8 de enero de 2014

Andrés Pérez Arribas



















Valdepeñas de la Sierra (Guadalajara), 1921 - Guadalajara, 2006.


Sacerdote, arqueólogo, historiador. 
Autor de numerosos estudios, la mayoría publicados en forma de libros, sobre pueblos de la provincia de Guadalajara.


Nacido en el pueblecito de Valdepeñas de la Sierra, en la provincia de Guadalajara, estudió en Toledo y, ya sacerdote, le destinaron en la diócesis en los pueblecillos de Muriel (1949) y luego a Jócar y Arroyo de Fraguas. Tras unos meses en Campillo y la zona de la "Arquitectura Negra" pasó a Cogolludo, en 1951. Allí estuvo 10 años, llegando a Alcocer en 1961, y a Jadraque en 1976. Finalmente actuó en la concatedral de Santa María la Mayor de Guadalajara y en Santiago, como vicario parroquial, jubilándose en 1991. Discurrió por una ancianidad productiva y lúcida, y siguió investigando, escribiendo, dando charlas y gozando con cuanto veía y aprendía. Murió en Guadalajara el 8 de Noviembre de 2006.
Ha escrito sobre muchos temas, todos relacionados con la historia y el arte de la provincia de Guadalajara. Ha compuesto las historias de numerosos pueblos, documentándose a fondo en sus archivos y amplias bibliografías. Y así le debemos las Historias completas de villas como Jadraque, Torija, Alcocer, Villanueva de Argecilla y su pueblo natal, Valdepeñas de la Sierra. Su trabajo ha sido más bibliográfico que documental. Esta frase le definía perfectamente: "Lee mucho, analiza todo, camina y mira". A continuación reseñamos brevemente lo más importante de su obra.


Su hermano el también escritor e investigador Juan Luis Pérez Arribas, nos dejaba esta semblanza de don Andrés, el cura historiador:

Nació en Valdepeñas de la Sierra el día 30 de noviembre de 1921 en el seno de una larga familia. Ingresó en el Seminario Menor de Toledo en el año 1934, cuando la Revolución de Octubre. Desde el año 1936 al 1939 tuvo que suspender sus estudios a causa de la Guerra Civil. Terminada ésta y una vez acondicionado en lo más elemental el Seminario de Toledo del saqueo a que fue sometido en la guerra civil, en diciembre del año 1939 continuó sus estudios. El paréntesis de la guerra fue como la prueba de fuego que le afianzó en su vocación sacerdotal.
Ya en el Seminario Mayor y al final de su carrera, siendo aún seminarista, fue seleccionado para el coro de la Catedral de Toledo, donde ocupó la plaza de tenor primero, dada su voz excepcional. Una vez ordenado sacerdote, le ofrecieron continuar como cantor beneficiado en la Catedral Primada, pero no aceptó. Igual oferta recibió de la diócesis de Madrid-Alcalá que asimismo rechazó. El motivo era, el que él en más de una ocasión recordara: yo he estudiado para ser cura de pueblo, no para cantar en un coro.
Fue ordenado sacerdote el día 11 de junio de 1949 en la Catedral de Toledo por el Cardenal Enrique Pla y Deniel. Tres días más tarde celebró su primera misa en la iglesia parroquial de la Purificación de Valdepeñas de la Sierra. No tardó mucho en tener el primer destino que fue Muriel con los pueblos Jócar, Fraguas y Sacedoncillo, éste último aún tenía algún vecino. Estos pueblos los atendía andando hasta que se compró un caballo.
Durante el tiempo que estuvo en Muriel, recibió el destino de Campillo de Ranas con los pueblos de su Concejo y otros, como El Vado, La Vereda, Matallana, etc., hasta un total de 15 pueblos. De aquella época le venía el gran conocimiento que tenía de los pueblos de la Sierra, que años más tarde dejaría plasmado en uno de sus mejores libros: Viaje por la serranía de Guadalajara. Después de ocho meses regresó nuevamente a Muriel.
Cuando llevaba dos años de cura recibió el nombramiento de Ecónomo de Cogolludo el día 25 de septiembre de 1951; Cogolludo entonces tenía algo más de 1.000 habitantes. Además, y en distintas ocasiones, atendió desde aquí a Arbancón, Monasterio, Veguillas, San Andrés del Congosto, Fuencemillán, Beleña, Aleas, Torrebeleña y Cerezo; para asistir a estos pueblos se compró un «mosquito» (bicicleta con motor) que reemplazó posteriormente por una moto Guzzi. Aquí desarrolló su misión sacerdotal durante el espacio de diez años.
El hecho de estar Santa María en lo más alto del pueblo siempre ha sido un serio handicap para las personas mayores; por eso habilitó parte de la nave de la epístola de la iglesia de San Pedro como capilla auxiliar de Santa María (inaugurada el 13 de febrero de 1959). No estuvo exenta de dificultades esta obra; el señor obispo don Lorenzo Bereciartua le negó la licencia para poner el Santísimo en la capilla, alegando que no podía estar el Santísimo en dos lugares en el mismo pueblo; por lo que sin pensarlo más solicitó, exponiendo el caso, licencia al Vaticano (Sagrada Congregación de Ritos) quien se la concedió.
En otro orden de cosas, organizó obras de teatro para recaudar fondos para la iglesia; consolidó el coro parroquial; se rodeó de un gran número de monaguillos a los que dotó de vestiduras unas blancas, otras rojas y algunas azules; estableció la Acción Católica; se reafirmaron algunas hermandades; fundó y dirigió el cine parroquial cuyas proyecciones se hacían en el salón alto del palacio, que tenía la entrada por la puerta que había en la calle Palacio; y además de esto, los cometidos inherentes a su labor pastoral.
En el año 1961 fue trasladado a Alcocer que, aunque hoy tiene escasamente 300 habitantes, en aquellos años pasaba de 1.000. Desde allí también atendió a Millana y a Córcoles. Allí estuvo hasta el año 1976 desde donde fue trasladado a Jadraque, también pueblo puntero en la provincia de Guadalajara; estando en esta villa atendió además y en distintas ocasiones a Bujalaro, Villanueva de Argecilla, MiraIrío y Las Casas de San Galindo. Después de permanecer en Jadraque hasta el año 1987, a petición suya, fue trasladado a la parroquia de Santa María la Mayor, la concatedral de Guadalajara, como vicario pastoral. Por necesidades de la diócesis, en el año 1989 fue trasladado a la parroquia de Santiago, también de Guadalajara, donde permaneció hasta el año 199 1, año en que se jubiló a la edad de 70 años. Pero la jubilación no fue óbice para que siguiera ayudando a los curas de las parroquias que se lo solicitaban hasta que sus achaques se lo impidieron.
Ante la dificultad que hay ahora para hacerse una sotana, pues hay muy pocos sitios donde las hagan, ya que prácticamente ningún cura la lleva, yo le decía que se hiciera un traje. A lo que él contestaba:¿cómo voy a dejar de llevar sotana ahora, después de ir con ella más de cincuenta y cinco años?
Por el hecho de haber estado en tantos pueblos y parroquias, era conocido por infinidad de gentes. Además del canto, que no abandonó nunca (pues incluso el día de su fallecimiento por la mañana, en la misa que concelebró con sus compañeros de la Casa Sacerdotal, cantó el Aleluya), tuvo otras aficiones: la fotografía, de la que ha dejado un sinfín de fotos de arte, orfebrería, costumbrismo, etc.; los libros de los que tenía una surtida biblioteca en la que, como es lógico, predominaba el tema religioso; mas su afición principal, diría yo, fue escribir libros, de estos sólo haré su enumeración:
Al mismo tiempo, colaboró con diversos artículos en las revistas Wad-AI-Hayara y Cuadernos de Etnografía de Guadalajara, ambas publicaciones editadas por la Diputación Provincial. También colaboró en Boletín SADECO, en el que publicó, en los números 33, 34, 35 y 36, la trascripción de los documentos bajomedievales en pergamino (años de 1254 a 1336), que se conservan en el Archivo Municipal de Cogolludo. Desde 1998 hasta 2003, los libros que escribió se los pasé a limpio en el ordenador. Después, este trabajo lo realizó él mismo pues adquirió, a pesar de su avanzada edad, los conocimientos básicos para hacerlo.
Le hicieron bastantes entrevistas para la televisión, pero su última aparición pública fue con ocasión del VIII Congreso Internacional de Caminería Hispánica, celebrado conjuntamente en Madrid, Alcalá de Henares y Pastrana, siendo su director el prestigioso medievalista Criado del Val, al que fue invitado como ponente, pronunciando una conferencia el día 28 de mayo de 2006 en el aula Miguel de Cervantes del Palacio Ducal de Pastrana, a cuyo acto le llevé yo. Espero con todo esto que su recuerdo permanezca entre nosotros.


La bibliografía de Andrés Pérez Arribas es muy amplia y sigue manteniendo un alto grado de interés en los aspectos de la historia local y provincial de Guadalajara. Destacan estos: Alcocer, historia y arte (1974), El monasterio de Monsalud (1978)
Catálogo General de los Archivos Parroquiales de Cogolludo (1990) y
Viaje por la Serranía de Guadalajara (1976) un precioso libro de viajes. Posteriormente, y a través de la editorial AACHE, a la que siempre brindó su afecto y confianza, editó estos otros: El monasterio de Monsalud en Córcoles, 20años depués (1998), Historia de Jadraque y su tierra (1999), Historia de Torija (2000),  Historia de Valdepeñas de laSierra (2000), Historia de Villanueva de Argecilla (2000), Viaje por la Serrania de Guadalajara (2002),
El palacio de la Condesa dela Vega del Pozo (2003)
La iglesia, barquilla de Pedro (2005) y  La pirámide sagrada (2006), un par de meses antes de morir. Dejando inéditas dos amplias obras: La sierra norte de Guadalajara y Los señoríos de Guadalajara.

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