Guadalajara, 1924 – Madrid, 2009
Escritor. Narrador de viajes y leyendas. Periodista. Conferenciante. Autor de numerosos libros, y ameno conferenciante. Fue Olivier sin duda un escritor prolífico, con una memoria prodigiosa, capaz de ofrecer sus recuerdos vívidos a millares de lectores que disfrutaron con sus historias y anécdotas. La mayoría de ellos tratan sobre tradiciones y costumbres de la provincia, de la que era un conocedor profundo. Personalmente gozó en vida de una popularidad muy alta, siendo aplaudido en todos los lugares donde habló, dio conferencias y presentó sus libros.
Olivier vivió en Guadalajara hasta el comienzo de la guerra civil. La tragedia que sacudió el conflicto acabó con su familia en Atanzón, pueblo en el que este autor pasó los tres años de la guerra. Justamente al terminar aquella murió su padre, un catedrático del Instituto correligionario de los liberales de Romanones, que fue teniente alcalde del Ayuntamiento de Guadalajara y presidente de su comisión gestora durante los dos meses previos al alzamiento militar. La familia se trasladó a Madrid huyendo de la dura postguerra, entró a trabajar en Standard Eléctrica y nunca más regresó a Guadalajara como vecino. "Empecé a escribir por amor a nuestra tierra. Quizás he sentido una nostalgia por no haber vivido en ella, que me ha marcado. Muchas veces pienso que si hubiera seguido en Guadalajara, tal vez no hubiera sentido la necesidad de escribir".
La nostalgia fue en su caso un acicate y la correspondencia de Felipe María Olivier hacia su tierra, generosa. Su primer libro fue “Historia de Atanzón”, escrito en homenaje al pueblo que le acogió en la guerra, en el que describe las anécdotas de la vida del campo, vistas a través del ojo de un niño de la ciudad. Luego dió un salto cualitativo con “Viajes y andanzas de un alcarreño”, que en su día tuvo una cierta polémica porque coincidió con el Viaje a la Alcarria de Cela. Olivier puntualiza que él lo escribió antes. Más adelante publica “Crónicas de la Infancia”, otro libro costumbrista que retrata la Guadalajara de su infancia hasta el comienzo de la guerra civil. Además escribió “La Roma desconocida”, un libro de viajes sobre la capital italiana, fruto de una estancia prolongada en la misma, que llegó a entregar personalmente al Papa Juan Pablo II. Y finalmente otro de sus grandes éxitos, “Cuentos de antaño, mieles de hogaño”.
En Aache publicó Olivier la mayor parte de su obra. Así, recordamos sus dos libros de viajes por España y por el mundo, “Selvas y Rascacielos”, y “Por el Camino de Santiago a la Guadalajara del futuro”, que venía a ser una mezcla de realidad en su peregrinación a Compostela, seguida de una fábula que inventaba un mundo futuro de ahorro de energía y vida subterránea. Como recopilación de lo mejor de sus memorias legendarias, está el volumen titulado “Historias y leyendas de Guadalajara”, de 2001, en el que ofrecía relatos vívidos de la antigua ciudad. Está escrita esta obra al calor de los cuentos y leyendas que su madre le contaba de niño. Olivier hace distinción clara entre cuento y leyenda, y lo diferencia en que la leyenda tiene cosas reales, que él ha vivido o escuchado desde niño, aunque se complete con una cierta dosis de fantasía. Él no tiene reparos en reconocer que se ha permitido la licencia de buscar vínculos para formar una historia, de tal suerte que su lectura sea más amena y accesible a todos los públicos. No estamos por lo tanto ante un tratado de historia, aunque en él encontrará el lector muchas historias legendarias que se siguen con facilidad e interés. Otros capítulos se ciñen más fielmente a los hechos históricos, como aquel dedicado a la calle de la Carrera, en Guadalajara, que Felipe Olivier aprovecha para hacer una interesante descripción de la ciudad medieval.
Y finalmente su libro más popular, que alcanzó varias ediciones, el de “Rollos y picotas de la provincia de Guadalajara” cuya última salida, aumentado notablemente con las nuevas picotas que se han ido levantando por la provincia, es de 2009. Además del estudio inicial sobre la historia y significado de los rollos de jurisdicción y las picotas de castigo, el libro consiste en un catálogo fotográfico y descriptivo de estas piezas patrimoniales, que suman de medio centenar por toda la provincia. Las fotografías las puso Juan José Bermejo y la propia editorial.
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