19 de noviembre de 2013

Luis Miguel Díaz González

















Madrid, 1964

Aunque inició los estudios de Psicología y Sociología, estos quedaron inconclusos, y ahora es suscriptor en una multinacional de seguros. Créese ajeno a religiones y etiquetas. Y, en todo caso, acumula la cultura que le dan lecturas y experiencias: le queda dentro todo aquello que aprendió y luego ha olvidado.
Es escritor de novelas, de relatos encadenados, de situaciones vitales y esperpénticas, de sentimientos profundos también: se vaticina en él un escritor distinto, de calidad sin duda, con aportaciones nuevas.
En los albores de su carrera literaria, escribe “Rosas de Laurel o La Venganza de Don Lucio”, una pieza teatral inédita, más tarde mejorada y utilizada parcialmente en su primera novela, “Numen divino”.
En este orden pueden ponerse sus obras publicadas: “Numen divino”, primero, en 2006. Una especie de ensayo novelado, de estructura compleja y trazas de eso que se ha dado en llamar realismo mágico. El narrador se incorpora a su propia creación multiplicando el yo en varias direcciones. Esta novela es un canto a la pureza del niño y a la esperanza del poeta. Le sigue “Madre Victoria”, en 2009. Un trabajo de construcción más ortodoxa, lectura de mayor aceptación. La azarosa vida de una mujer, quien, por carecer del cariño materno, se alimenta de la idea platónica de la madre, su Madre Victoria, su álter ego proyectado en las memorias que va escribiendo.
Ya en Aache, Díaz publica “Los Eremitas de Henarejos y otros cuentos”, en 2011. El que da título al libro es una invitación al recogimiento. El segundo trata del hilarante y sin par Quintín Elvigoraco, personaje que repite en su siguiente libro. El tercer cuento es en la forma una incursión en el género del misterio. El libro llama la atención por sus cambios de tercio y su mezcla de géneros.
Al fin, en 2013, da a luz “El Beso del Moro Abengalbón” como novela viaje que discurre por los altos páramos de la Sierra del Ducado, entre Soria y Guadalajara: siguiendo el Camino del Cid, y atravesando sus pueblos y sus derrotados paisajes, un grupo de variopintos personajes hace unas Jornadas cidianas en las que ocurren muchas cosas y se palpan innumerables sentimientos.

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